Retablos
- Detalles
- Visto: 17935
RETABLOS
Texto tomado del libro “La virgen de San Juan y su Santuario”
editado por el Equipo de Misiones de la diócesis da San Juan de los Lagos. 2002
Un retablo a todas luces arcaico en su pintura y en su redacción; escueto de adornos literarios y pictóricos como solían ser los del siglo XVIII en estas tierras. La ausencia de fecha y lugar da pie a conjeturas, aunque por el atuendo parece proceder de esta misma región de Los Altos.
La práctica piadosa de ofrecer exvotos o reconocimientos materiales a Dios, a la Santísima Virgen y a los santos, como muestra de gratitud "a cambio de un favor señalado, se remonta a tiempos inmemoriales, pero en la hispanidad existen precedentes que datan de la reconquista española en el siglo VIII, cuando Don Pelayo, rey de Asturias, ofreció a la Virgen de Covadonga los estandartes arrebatados a la morisma en prenda de victoria.
Esos exvotos son una muestra de gratitud de quien ofrece algo a cambio de un favor. Nuestro pueblo les llamó retablos por su semejanza con los muy elaborados que re cubren el ábside de muchas iglesias construidas en épocas ya lejanas, y su nombre viene del latín retro-tabulae que significa detrás de la tabla (del altar). Si retablos les llamó la gente, retablos les llamaremos nosotros.
Numerosos santuarios de México poseen notables colecciones de retablos muy cotizadas en el mundo del arte, y se han elaborado minuciosos estudios acerca de ellos. Los más famosos son la Basílica de Guadalupe, la de Zapopan, la de San Juan de los Lagos, la de la Virgen de Talpa, la del Santo Niño de Atocha, la del Señor de los Rayos de Temastián y el Señor de la Misericordia de Tepatidán.
Es lógico suponer que en los tiempos primitivos de la devoción a la Virgen de San Juan, sus devotos debieron ofrecerle innumerables pruebas materiales de su agradecimiento, pero de seguro que los hubo a partir de la dedicación del templo actual en 1769, época en la que estaba en auge la práctica de ofrecer retablos.
Curiosamente en El Pocito, lugar donde se concentra el grueso de este acervo religiosocultural y artístico, no se encuentran los anteriores al año de 1879, siendo que en el Santuario del Señor de la Misericordia de Tepatitlán, por solo dar un ejemplo, se remontan a 1840.
Existen tres hipótesis para explicar la misteriosa desaparición de más de cien años de retablos en San Juan: la primera sería el poco aprecio que por esos cuadritos se tenía, ya que esas pinturas llenas de ingenuidad se conceptuaban como un arte menor, y que ante la posible saturación del espacio destinado a exhibidos, fueron simplemente arrancados de su lugar para colocar otros, y arrojados a la basura.
La segunda hipótesis, avalada sigilosamente por algunos habitantes de San Juan que se dijeron bien enterados, habla de que una camionetada de esas laminillas, fue sepultada en un zanjón cercano a donde hoy es el seminario, como material piadoso de desecho, cuando alguien mandó limpiar la Basílica en vísperas de la erección de la diócesis. Esta hipótesis no descarta la posibilidad de que algún anticuario haya aprovechado ese reciclaje.
La tercera hipótesis hablaría de que algunas personas hayan adquirido de alguna manera ese tesoro de arte, como sucedió, según fuentes fidedignas, con el Santuario de la Virgen de Talpa, donde supuestamente Diego Rivera y Frida Kalho se surtieron, ayudados por el escritor francés André Bretón. Por ello no es de extrañar que los críticos de arte afirmen que a partir de ese momento la pintura de Frida experimentó un cambio que evolucionó para semejarse a los retablos.
¿Cuál de las tres hipótesis corresponde a la realidad?
Cuando visité el actual depósito, que más que exhibirlos casi los esconde, encontré que el polvo de los siglos se acumulaba literalmente hasta apagar el ruido de los pasos, siendo además difícil obtener el permiso para visitar el lugar. Esto sucedió en 1998 y puede ser que ya haya cambiado.
Los retablos están alineados simétricamente contra la pared, y primitivamente clasificados por su apariencia, independientemente de su cronología o temática y a pesar de su relativa contemporaneidad, resultan de sobrado interés desde el punto de vista sociológico, religioso, cultural y artístico.
Llama la atención su procedencia que abarca toda la geografía nacional, que habla de la extensión del culto a la Santísima Señora. Su misma procedencia explica su diversidad de expresiones, entre las que sobresale: que si le concedía el milagro, le traía su retablo, como si interesada en el testimonio material, se fuera a apresurar con el favor pedido.
Viene al caso considerar que siendo la misma Virgen María en todas sus advocaciones, haya querido prodigar sus favores en este preciso lugar y con el nombre de Virgen de San Juan; pero si a ella le dio su realísima gana hacerlo... ¿Quién se atreverá a enmendarle la plana?